LA EXCAVACION
Poco tiempo después del descubrimiento del montículo
excavamos lo que denominamos sitio arqueológico “Dorado A”, ya que en esa área comenzaban a aparecer nuevos sitios
a los que íbamos denominando por orden alfabético. Aquí fue donde hice mis pininos
en la teoría aprendida, aunque mi conocimiento de la fauna regional me sirvió de mucho para clasificar la dieta que iba apareciendo
en la excavación, así como identificar las piezas elaboradas con caracoles cubanos. Por otro lado Alfredo hizo su graduación
en “líticos” con lo cual quedó obsesionado para toda la vida y estableció su sección en el Grupo Sabaneque. A
partir de entonces él dirigió el departamento de arqueología y yo el de espeleología, lo cual no dividía al grupo sino que
lo especializaba más; incluso la separación era muy sutil pues mi grupo siempre participaba en la arqueología y su grupo siempre
estaba presente en las exploraciones espeleológicas’. Además, yo también había quedado obsesionado con la arqueología
e incursioné en nuevos temas como la antropología guiado por quien luego fue mi profesor en la Universidad de La Habana, el
Dr. Manuel Ribero de la Calle, con el cual aprendí novedosas técnicas forenses muy útiles en los trabajos de campo. La parte
técnica de la excavación la llevaron a cabo Gustavo, Carlito, Urbicio y el fotógrafo Ifrain Sacerio. Otros miembros del grupo
Sabaneque visitaron y se turnaron por tres días, pero el equipo fijo fue el antes mencionado.
El sitio demostró la presencia Siboney en nuestros
terrenos sagüeros. Con alguna transculturación en sus capas superiores. Aquí encontramos una cachimba española muy interesante
que aun conservo en mi colección. Su fechado de radiocabono nos mostró unos dos mil años de antigüedad, lo que nos dice que
estos aborígenes sagüeros paseaban por las orillas del Undoso al mismo tiempo que el
Cristo histórico lo hacía por Palestina. Aparecieron instrumentos de conchas en abundancia como gubias, cucharas, vasijas,
picos de mano, martillos, y líticos como, núcleos, puntas de proyectiles y raspadores en cantidades relevantes. La dieta de
jutías y codakias en cantidades astronómicas mostraron una increíble actividad prehistórica en estos cazadores de nuestra
prehistoria.
Pero un basto catálogo de peces,quelonios,reptiles y aves complementan el estudio de la dieta que aquí hicimos.
Entre el ajuar aborigen extraímos una esferolitia en perfecto estado de conservación. Los posibles entierros o funerales serían
objetivo de nuestras futuras excavaciones.
La estatigrafía de esta meseta se ve claramente
reflejada en una alta pared de tierra que la separa del río donde muchas capas de basura acumulada por siglos refleja cada
una de las etapas por las que el indio pasó en esta zona. Se ha calculado en un sitio virgen que un milímetro de tierra equivale
a 11 años de historia, por lo que a vista de pájaro podemos recorrer la hitoria del Dorado en más de 20 siglos por medio estos
asombrosos e intactos muros cortados transversalmente a capricho y oferta de nuestra naturaleza.
Al regresar del Dorado, nos
hicimos algunos viajes domingueros al Mogotes donde también comprobamos que habían sitios arqueológicos aborígenes (ver capítulo),
pero con el objetivo de ampliar nuestro conocimiento sobre la presencia del indio en la cuenca del río Sagua la Grande, organizamos
una expedición de 10 días a lo largo de todo su curso desde Sagua hasta su desembocadura en la Isabela.
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